Psicoanálisis y Física Cuántica

Las rupturas paradigmáticas creadas por el Psicoanálisis y la Física Cuántica, nos empujaron a inteligir una nueva cosmovisión. El libro La utopía de Freud, contiene vías de análisis longitudinales y otras introductorias, distribuidas por temas y capítulos, para comprender la nueva cartografía de la psique, nacida en la grieta, en el espacio liminal de la discontinuidad paradigmática. 

De manera longitudinal se puede leer al Freud prohibido, los textos no trabajados académicamente. También se explica el origen sintomático de su cáncer de boca y mandíbula; lo no dicho, el mentor de la cura por la palabra se quedó mudo y por eso escribe las “impronunciadas”, Segundas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis, allí se destaca Psicoanálisis y Ocultismo. Otros escritos “heréticos” son: Lo Siniestro, Psicoanálisis y Telepatía, además, Moisés y la religión monoteísta. La siguiente línea longitudinal es la relación de Sigmund Freud con Albert Einstein y con Carl Jung, su “delfín”; y las implicancias de los conceptos de la física cuántica, emergentes del vínculo de Jung con Wolfgang Pauli, discípulo de Einstein. Otra vía es una introducción a la, muchas veces malinterpretada, obra de Jung, pero preservando el espíritu freudiano. En otra carretera, se relacionan saberes y disciplinas “no oficializados”, contrastados ampliamente y que, articulados con el psicoanálisis, arrojan una nueva cartografía de la psique, del continente desconocido al que se adentró Freud, de “Lo” Inconsciente Individual, del Inconsciente Arcaico y el Inconsciente Colectivo. Los avances del psicoanálisis, implicaron la inclusión del concepto de “lo transgeneracional”, en la comprensión hereditaria de síntomas, fobias y psicosomáticas -lo que Freud supo denominar como “el doble”, que sustituye al yo, en la transmisión información de una generación a la siguiente- y han abierto, un área de investigación polémica e inconmensurable dentro del campo psi, sobre todo en epigenética conductual. El principio de Entrelazamiento Cuántico de las partículas subatómicas, es aplicable a la transmisión de pensamientos y sentimientos más allá del tiempo y el espacio, y es la clave para comprender distintos fenómenos psíquicos, familiares y sociales; sostuvo Einstein: “una acción fantasmagórica a distancia”. Los descubrimientos sobre “lo transgeneracional”, hechos en el campo psicoanalítico, fueron tergiversados y enturbiados por las “constelaciones familiares” y la “biodescodificación”, e inexplorados o relegados en el propio terreno analítico, debido a ciertas rémoras academicistas, positivistas, como otrora sucedió con la comprensión e integración de la hipnosis y la sexualidad infantil.  El contexto actual no es el de Freud, la crisis sociocultural y política, ha degradado los valores genuinos de la vida; la psicología del yo puesta al servicio de las políticas populistas, fomentó regresiones hacia arcaísmos hedonistas de horda, dificultando lo que ya era minoritario: el arribo a la genitalidad, al amor maduro y a la sublimación. Además, y como núcleo principal, realizamos una reactualización del psicoanálisis, tomando los principales conceptos desarrollados por los discípulos de Freud; visión que integramos con la psicología evolutiva y otras corrientes contemporáneas, en una articulación integral de la práctica psi. A la luz de la nueva cosmovisión, el salto cuántico o cualitativo en la psique, la “utopía”, es la maduración de la consciencia humana mediante la superación del narcisismo y el arribo a la “Consciencia Global” (una mentalidad compasiva, cooperativa y ecológica), que se logrará a partir de la madurez genital y a la posibilidad de sublimación en las masas. 

Freud alertó sobre la profunda necesidad de que nuestros líderes fueran personas de visión superior; en su encuentro con Einstein, explicaron los impulsos que nos llevan a la guerra. Hoy, bajo la inercia de las mismas tendencias, estamos desencadenando una catástrofe climática. La tercera década del milenio se inicia con una crisis medioambiental y humana sin precedentes.  La Tierra, para salvarse y seguir siendo habitable, necesita personas que puedan amar y aportar soluciones creativas. El que ama comprende holísticamente y aporta medidas integrales. Lo que salvará a nuestra especie y a la vida en la Tierra serán las plasmaciones culturales, que entrelacen las almas de los hombres, actividad “sublime” de unión mediante el Eros, que es la síntesis del amor supremo. 

Psicoanálisis y Física Cuántica

El Psicoanálisis nace con Sigmund Freud; médico, neurólogo. Él alertó sobre la profunda necesidad de que nuestros líderes fueran personas de visión superior, que pudieran trasponer sus tendencias pulsionales para alcanzar la sublimación; es decir, que la política incluya al Psicoanálisis. 

En su intercambio epistolar de 1932, Einstein y Freud lograron explicar las características de los impulsos que nos llevan a la guerra. Actualmente, bajo la inercia de las mismas tendencias, los humanos estamos desencadenando una calamidad mayor: una inminente catástrofe climática pondrá al hombre y a otras especies al borde de la extinción en las próximas décadas. Este escenario apremiante enciende una alarma que reclama un esfuerzo por sanar el alma humana, presa del principio del placer asesino.

La comprensión de la Física Cuántica requiere el descentramiento de la posición del sujeto observador, de su condicionamiento sensoperceptivo mecanicista, para, de esa manera, interpretar la “relatividad” del apriorismo racionalista, con relación a las categorías de tiempo y espacio. La Teoría de la Relatividad, enuncia, que no hay una relación directa-lineal entre “la causa y el efecto”, refutando así, la concepción racionalista-mecanicista de la Física Clásica: en que a todo hecho (a) le sucedía uno (b) de manera lineal y constante; el principio de no-localidad ha demostrado, que el efecto de un hecho presente, puede estar determinado de forma energético-cuántica, mediante el mecanismo de “entrelazamiento” con otro suceso distante, en el “continuo” espacio-tiempo. 

Aprehender la propuesta Freudiana, también, supone el descentramiento del sujeto observador, del yo imaginario; el avance del proceso terapéutico requiere trascender la centralidad de las identificaciones del yo como cuerpo. De esta manera, la superación del egocentrismo, permite, a su vez comprender, que “lo normal”, la neurosis, es el negativo de la perversión; es decir, “la Represión” sepulta “lo Perverso”, pero no lo elimina, queda integrado “caso-por-caso” en “polaridades-cuánticas”, cuyas manifestaciones, en un abanico de gradaciones, reafirman el principio hermético que enuncia: “todos somos idénticos en distintas proporciones”.

Sigmund Freud no pudo impedir que el psicoanálisis fuera desvirtuado por la política mercantilista. La práctica “psicoanalítica” de hoy contempla distintas variantes y algunas se acercan a las llamadas Psicologías del Yo o Ego Psychology. En principio, vamos a decir que el Psicoanálisis requiere de análisis (observar los elementos de la propia constitución psíquica y reunirlos en una síntesis abarcadora) y, en este punto, significa: haber podido ir “más allá del yo” en una terapia, superar el narcisismo en el tratamiento; lo que las Psicologías del Ego llaman —erróneamente— autoestima. La exploración de la personalidad y la síntesis, en una unidad coherente y abarcadora, requiere renunciar a una posición infantil (al yo narcisista) que, de ningún modo, es un sacrificio, aunque exige una entrega y una deposición. No se trata de tener poca autoestima; pero tampoco de tener mucha; se trata de aprender a amar, de dar amor, pues “el que ama se hace humilde; aquellos que aman renuncian a una parte de su narcisismo”. No renunciar al narcisismo, es negarse a dejar la “armadura” que oculta el dolor, y de esta forma los traumas no pueden ser elaborados, no puede haber análisis.

Las personas que consultan con un psicoterapeuta, pocas veces buscan un cambio verdadero. Quieren que les alivien el sufrimiento o les den una receta de cómo controlar su vida y la de otros; pero, no quieren realizar un proceso de transformación profunda de su personalidad, porque ven en ello una pérdida. Lo que la gente no nota, es que la personalidad es una defensa contra el dolor; persona es “máscara” πρὀσωπον. Si no se renuncia a una parte del narcisismo (a la máscara) se está negando el cambio y, de esta manera, no pueden superarse los conflictos que dificultan el arribo a las relaciones maduras y el advenimiento del amor.

El dogmatismo, “políticamente correcto”, le impidió a Freud, publicar diversos artículos sobre fenómenos ocultos: el fundamental, referido a la telepatía, clave en la comprensión de “lo siniestro transgeneracional”. Hoy intentamos superar la cosmovisión científica mecanicista e inscribir la práctica en el paradigma cuántico relativista fundado por Albert Einstein.

En el libro “La Utopía de Freud”, intentamos partir de los desarrollos freudianos y completamos “parte” del proceso faltante, de “entrelazamiento” del Psicoanálisis y la Física Cuántica. Tomamos conceptos de los discípulos de Freud, transitando los desarrollos posteriores y contemporáneos, para de esta manera poder articular los saberes que quedaron relegados, por ser considerados “antagónicos” a las “ciencias académicas”, a causa del propio “narcisismo de las diferencias”. La nueva física nació conjuntamente con el Psicoanálisis: en el momento en que Max Planck desarrolla los principios de la Mecánica Cuántica, Freud utiliza la misma terminología; y en su proyecto (P.P.N.), habla de cargas energéticas o “quántum” de energía. Posteriormente, el Padre del Psicoanálisis hace un intercambio epistolar con Einstein, creador de la teoría de la “relatividad”. Unos años más tarde, Wolfgang Ernst Pauli (discípulo de Einstein) y Carl Gustav Jung (el delfín de Freud), entablan amistad y se entrelazan los “discursos”, las ciencias. 

La historia del Psicoanálisis se entretejió con intereses políticos y mezquindades; hubo expulsiones y disidencias. Hoy es imperioso realizar una relectura de Freud y una síntesis con los desarrollos posteriores, que supere los antagonismos y los reduccionismos. Por otra parte, en la actualidad existen innumerables escuelas “rivales” de psicología; también, se entra en disputa con la medicina, que tiene sus propios antagonismos internos y también con otras disciplinas o ciencias. La enfermedad es disociación (polarización) y desintegración, “la cura es la integración”.

En el organismo humano se produce electromagnetismo debido a las reacciones químicas de las funciones corporales normales y a la interacción con otras fuentes de electromagnetismo. Además de la extensa red de comunicación nerviosa que conecta al corazón con el cerebro y con el resto del cuerpo, el corazón también transmite información al cerebro y al cuerpo a través de su propio campo electromagnético. El voltaje del impulso nervioso es de una intensidad de 100 milivoltios, con una frecuencia de 300 impulsos por segundo. 

El electromagnetismo cardíaco puede ser detectado a varios metros de distancia del cuerpo con magnetómetros sensibles. Científicos del Instituto de Heartmath llevaron a cabo un estudio sobre el corazón y la interacción del cerebro, examinando cómo el corazón y el cerebro se comunican entre sí y cómo eso afecta a nuestra conciencia y a la forma en que percibimos nuestro mundo.

Podemos confirmar la hipótesis, que formuló en 1920, el psicoanalista Wilhelm Stekel: “cada individuo emite una energía de carga a su alrededor; que por así decir, lo impregna”.

Los animales, al igual que las plantas, interaccionan con las fuentes de luz y con los campos electromagnéticos. Todas las formas de vida tienen material magnético, “biomagnetita” y, en el hombre, está mayormente dispuesta en la base del cráneo, donde cuenta con una concentración en forma de magnetosomas. 

Automatismo de repetición y entrelazamiento cuántico. 


La ley de la relatividad E=em2: nos ha enseñado que la luz es un campo electromagnético (vibración), entidad que se desplaza en el espacio en forma de ondas al igual que las ondas de radio o los rayos cósmicos, (con sus respectivas frecuencias / longitudes de onda) , que viajan a 300000 km/s, velocidad que de superarse podría permitirnos viajar en el tiempo. En 1915, Einstein demostró matemáticamente que los campos electromagnéticos son entidades capaces de desplazarse en el espacio según E=em2, como ya vimos, de esta manera se desmantelaron los constructos sólidos y lineales de la física clásica.

En la nueva física de partículas, en la Física Cuántica, el espacio no es tridimensional y el tiempo no es lineal, y esto, es lo más difícil de comprender, ya que el tiempo no fluye de un modo uniforme, “lineal” o causal, sino que depende de la posición del observador, “relativa”. La causa del tiempo y el movimiento, dependen del entrelazamiento dinámico de la red interestelar, es “multicausal”. El tiempo y el espacio no tienen entidad por separado, están íntima y misteriosamente entrelazados, formando un continuo llamado “espacio-tiempo”; su estructura es concebida de manera cuadridimensional y está constituida, por una red de cuerdas o “telarañas” fractales, en donde los objetos sólidos son una apariencia. En realidad, los objetos “sólidos”, son concentraciones de energía, están conformados por vibraciones de distintas frecuencias e interconectados con el “continuo” “espacio-tiempo”.

El aparente mundo de los objetos sólidos de la Física Clásica, se ha difuminado en la red fractal de ondas probabilísticas, de la Física Cuántica, en ella, las partículas subatómicas no pueden ser descritas sin la referencia a sus interconexiones; es decir, “las cualidades significantes (o propiedades de las partículas) provienen de la red, del entrelazamiento cuántico con otras partículas”, al igual que en la lingüística estructuralista, el significante en cuanto tal no significa nada, sino que el significado lo adquiere de la red del lenguaje. En la física cuántica de Einstein, el espacio entre las partículas es una abstracción, porque éstas no pueden ser separadas del espacio circundante, ya que ese aparente vacío entre ellas, sólo significa una menor concentración de energía: por lo tanto, en la totalidad de la estructura del espacio-tiempo, se encuentra presente un campo continuo.

El sonido se expresa como onda en la colisión entre las moléculas del aire. La luz es una energía en la que hay movimiento, pero no de moléculas, es más sutil “ingrávida y gentil como pompa de jabón”; tiene su expresión en el micromundo de las órbitas atómicas, allí el electrón no transita el espacio entre las dos capas energéticas para moverse de una a otra, sino que da un “salto cuántico” sin sucesos intermedios, el electrón salta de una órbita de un nivel energético bajo, a otro de mayor carga, de modo instantáneo, generando la emisión de energía.

Los saltos cuánticos, entonces, son la causa de la emisión de la radiación electromagnética, incluyendo la luz, estos sucesos ocurren en todas las partículas subatómicas. El fotón es la partícula elemental, un intermediario de las interacciones entre las otras partículas subatómicas, responsable de las manifestaciones cuánticas del fenómeno electromagnético. 

En física cuántica, en lugar del espacio vacío compuesto por “la nada”, se piensa en un el “éter iónico” que Tesla denominó Akasha, allí se producen distintos fenómenos de concentración y propagación de la energía que rigen la no localidad y el entrelazamiento cuántico. 

La expresión “salto” cuántico fue utilizada por Einstein para referirse al fenómeno de emisión de luz a partir de partículas subatómicas; pero posee además una connotación filosófica porque el fenómeno cuántico “contradice” el principio filosófico repetido por Isaac Newton y Gottfried Leibniz: que Natura non facit saltus (’La naturaleza no procede a saltos’).

Los criterios de demarcación cartesianos, que separaron al saber “científico-racionalista” del “pre científico o infantil”, deben superarse, ya que existe una “lógica superior, jerárquica, global e integral”. El “determinismo mecanicista newtoniano de causalidad lineal” y el “dualismo mente cuerpo” de René Descartes, que solamente concibe determinaciones ambientales “locales”, debe cambiar, porque hay una determinación superior a la causalidad o causa material, y esta es el entrelazamiento cuántico. 

El desarrollo de la física de partículas ha destruido el imaginario de la materia sólida, el entrelazamiento cuántico obliga a pensar una “lógica superior, jerárquica global, universal e integral” que revoluciona todo el espectro de las ciencias y nos anima a pensar en una “nueva cosmovisión”; la utopía del sueño de Freud era el porvenir de una ilusión, un futuro en el que la ciencia puede al fin encontrar la solución a los problemas de la distribución de bienes y superar de las ansias de destructividad. La propiedad de la localidad, o causalidad natural de la física clásica, (el pensamiento determinista, mecanicista, newtoniano-cartesiano), de “determinaciones locales”, supone que algo que ocurre en un sitio no debería afectar a otra en un lugar lejano, a un suceso (a), le sucede un suceso (b), en el mismo plano; sin embargo, el entrelazamiento cuántico enunciado en 1935 por Albert Einstein, Boris Podolsky y Nathan Rosen (paradoja EPR), demostró teóricamente lo contrario. 

La paradoja EPR enuncia que: “a un conjunto de partículas entrelazadas no pueden atribuírseles estados definidos de manera individual, sino con una función de onda única para todo el sistema”. El entrelazamiento es un fenómeno cuántico, sin equivalente clásico, en el cual los estados cuánticos de dos o más objetos se deben describir mediante un estado único que involucra a todos los objetos del sistema, aun cuando los objetos estén separados espacialmente. Esas correlaciones hacen que las medidas que se tomen en un sistema puedan influir instantáneamente en otros sistemas que estén enlazados con él, a pesar de la separación entre ellos; es decir, el concepto de una entidad física separada, solamente se podría definir con alguna precisión, si dicha entidad se encuentra infinitamente lejos de los dispositivos de observación, o medición (debido a la influencia, del “efecto observador”).

De esta manera, la Teoría de la Relatividad, mediante su descripción del continuo espacio-tiempo y la paradoja EPR, nos reveló, la existencia de una cualidad misteriosa, de una conexión recíproca en el universo, el entrelazamiento cuántico. Esto demuestra, que “no” podemos descomponer el mundo en unidades mínimas con existencia independiente. 

“Las partículas materiales aisladas son abstracciones, ya que sus propiedades sólo son definibles y observables mediante su interacción con otros sistemas”.

Es muy difícil reflexionar y pensar que siempre hay algo en el llamado “vacío”, porque fuimos educados para pensar que el espacio es “nada” e “infinito”, lo que espantaba a Pascal; pero como dice la tradición vedanta: “el universo es vibración” (Nada Brahma), el universo en la nueva física es visto como una tela infinita de sucesos relacionados (o entrelazados cuánticamente). En la Física clásica, los sucesos siempre están relacionados mecánicamente por variables “locales” y que no siempre podemos demostrar porque hay “variables ocultas”; John Bell demostró (teorema de Bell) que estas variables ocultas son conexiones “no-locales” de operación instantánea con el universo, (discontinuidad) principio de no localidad. La información viaja en todo el universo mediante la interferencia de pautas vibratorias, (siguiendo el principio de no localidad y el entrelazamiento cuántico - ley de la relatividad).

Cuando dos partículas comparten información al instante a través de grandes distancias, la propiedad matemática que subyace a la propiedad física de entrelazamiento, es la llamada “no-separabilidad”.

El principio de no localidad o “no-separabilidad” afirma que: unos sistemas, que fueron, en otro tiempo, parte de un conjunto más grande, conservan una misteriosa interconexión, incluso estando separados por muchos kilómetros; en palabras de Albert Einstein, “una acción fantasmagórica a distancia”. Esta conexión cuántica, que supera la barrera del espacio, es el entrelazamiento cuántico. También la del tiempo que, como sabemos, es relativo a la posición del observador. 

Decíamos que la luz es un campo electromagnético, una entidad, que se desplaza en el espacio en forma de “ondas”, al igual que las ondas de radio o los rayos cósmicos; la información viaja por los campos electromagnéticos, el cuerpo de todo ser vivo emite “luz” o radiación electromagnética; “información” que se transmite al igual que las ondas de radio; pero, con mucha menos potencia; sin embargo, puede transmitirse más allá del tiempo y del espacio.

Luego de estas consideraciones físico-cuánticas preliminares, podemos afirmar que: los grupos humanos son sistemas entrelazados cuánticamente; el Dr. Leonard G. Horowitz  sostiene que la función principal del ADN no es la síntesis proteica, sino que es la recepción y transmisión de la energía bioelectromagnética, “bioenergetic-electromagnetic”. El ADN opera con señales bioeléctricas, en tanto el campo magnético del corazón alberga información emocional y es el mediador de la comunicación bioelectromagnética o bioenergética: el cerebro envía información al corazón y el corazón, al cerebro; pero, también entre el interior y el exterior del cuerpo, ya que: “somos la expresión electromagnética de nuestras vibraciones neurocognitivas” . Esta expresión electromagnética hacia el exterior, se produce mayoritariamente desde el corazón, porque, “el corazón es el campo magnético más fuerte del cuerpo”, y porque asimismo: “El latir de cada corazón se proyecta en la experiencia colectiva . 

Debido a que esas expresiones electromagnéticas de nuestras “emociones” se traducen en vibraciones con información neurocognitiva o emocional, emitidas hacia el exterior del organismo, todo indica que los traumatismos (emociones intensas) vividos por algunos miembros de un grupo, “clan” o familia, se transmiten al resto de los integrantes a nivel energético; es decir, mediante la interconexión o entrelazamiento cuántico. No decimos que la transmisión es genética, sino que los traumas y otras “informaciones mentales” ligadas a ciertas emociones intensas poseen líneas de retranscripción “electromagnética” cuántica y se transmiten cuanti-cualitativamente como un automatismo de repetición de lo traumático (de manera bioeléctrica) a todos los integrantes de una familia; sin embargo, se estriban “diferencias cuantitativas” en la intensidad con que es legada esa información a ciertos descendientes. También hay que sopesar el hecho de que, todos los integrantes del clan recibirán información genética en distintas proporciones.

En síntesis, decíamos al principio que el rastro psíquico de lo siniestro o automatismo de repetición transgeneracional nos obliga a resituar necesariamente el concepto de “traumatismo”; el sujeto se ve compelido a revivir situaciones traumáticas, vividas por algunos ancestros. Las “repeticiones transgeneracionales” obedecen a la conexión o transmisión cuántica de lo no dicho, del inconsciente del clan, que pulsa por una resolución y traspasa las barreras del tiempo y del espacio.

Freud hablaba de transmisión de pensamiento intergeneracional, (véanse sus textos sobre telepatía y ocultismo y, puntualmente, sobre “Lo siniestro”: Él comienza a llamar a algunos fenómenos que no se pueden “explicar” racionalmente, “cosas siniestras”, experiencias angustiantes diferentes a las “racionales”: “Aquella variedad de lo terrorífico que se remonta a lo consabido de antiguo, a lo familiar desde hace largo tiempo. Lo Unheimlich, lo siniestro [… ] sería aquella suerte de espantoso que afecta las cosas conocidas y familiares desde tiempo atrás [… ]«unheimlich» es, sin duda, el antónimo de «heimlich», íntimo, secreto, y familiar, sería todo lo que debía haber quedado oculto, secreto, pero que se ha manifestado. Provoca este sentimiento ante todo el tema del «doble» o del «otro yo», en todas sus variaciones y desarrollos; es decir: con la aparición de personas que a causa de su figura igual deben ser consideradas idénticas; con el acrecentamiento de esta relación mediante la transmisión de los procesos anímicos de una persona a su «doble» -lo que nosotros llamaríamos telepatía-, de modo que uno participa en lo que el otro sabe, piensa y experimenta; con la identificación de una persona con otra, de suerte que pierde el dominio sobre su propio yo y coloca el yo ajeno en lugar del propio, o sea: desdoblamiento del yo, partición del yo, sustitución del yo; finalmente con el constante retorno de lo semejante, con la repetición de los mismos rasgos faciales, caracteres, destinos, actos criminales, aun de los mismos nombres en varias generaciones sucesivas…

. Las “repeticiones transgeneracionales” obedecen a la conexión o transmisión cuántica a nivel inconsciente de vibraciones neurocognitivas, que traspasan las barreras del tiempo y del espacio.

En el campo cuántico, todo se organiza por niveles y capas; en cada capa hay un campo morfogenético organizador y en cada nivel el todo es más que la suma de las partes. Los campos morfogenéticos (C. Mf.) son pautas de interferencia vibratoria electromagnética. Teilhard de Chardin, en 1950, llamó Noosfera  a la capa o campo organizador del planeta tierra, (información común a la vida en la Tierra por resonancia planetaria); luego seguiría otra capa en la que la expresión morfogenética es común a un colectivo o especie, información creada por las radiaciones electromagnéticas, emanadas de patrones de comportamientos y sentimientos de “colectivos de individuos” (concepto solidario al de inconsciente colectivo formulado por Jung). Cada especie animal, vegetal o mineral posee una memoria colectiva a la que contribuyen todos los miembros de la especie y a la cual conforman; de este modo, si un individuo de una especie animal aprende una nueva habilidad, les será más fácil aprenderla a todos los individuos de dicha especie, porque la habilidad “resuena” en cada uno, “al unísono”, sin importar la distancia a la que se encuentre; y cuantos más individuos la aprendan, tanto más fácil y rápido les resultará al resto.

Para Rupert Sheldrake, la morfogénesis es “la forma” y ésta es de rango superior al organismo vivo, es el campo de energía e información que gobierna la estructuración de los organismos, proceso que parte de los tejidos, órganos y abarca al organismo completo. Él sostiene que la ciencia mecanicista solamente se ocupa del aspecto cuantitativo de los fenómenos, porque considera que los organismos biológicos son máquinas guiadas por una “causalidad energética”. Así, el mecanicismo no tiene en cuenta el aspecto cualitativo; es decir, el desarrollo de las formas o la “causalidad formativa”. Los organismos vivos no son simples máquinas biológicas de gran complejidad aportada por el ADN, ni la vida se reduce a reacciones químicas. La forma, el desarrollo y el comportamiento de los organismos son moldeados por “campos morfogenéticos” pertenecientes a un género, que actualmente no somos capaces de detectar ni de medir y que la física no reconoce. “Dichos campos son moldeados por la forma y el comportamiento de antiguos organismos de la misma especie, por conexión directa a través del espacio y del tiempo, y muestran propiedades acumulativas. Si un número significativo de miembros de una especie determinada desarrolla ciertas propiedades organísticas o aprende alguna forma específica de comportamiento, estas son adquiridas automáticamente por otros miembros de la misma especie, aunque no existan formas convencionales de contacto entre ellos.” 

La epigenética es la ciencia que estudia, cómo el ambiente incide en la transmetilación y modificación del ADN; la causalidad formativa guía a los organismos en su crecimiento; el campo mórfico al evolucionar, aporta información que no está presente en los genes. El proceso evolutivo repite una desbordante diversidad: los anfibios una vez desearon volar y “las aves” fueron el resultado de esa intención; pensó Freud: “podemos poner a Lamarck enteramente en nuestro terreno, y mostrar que su “necesidad”, que forma y transforma los órganos, no es otra cosa que el poder de la representación inconsciente sobre el propio cuerpo” , el deseo, “la causalidad psíquica”.

En el Yo y el Ello, Freud sostiene que: “el Ello hereditario alberga en su interior los restos de innumerables existencias-Yo, y cuando el Yo extrae del Ello la fuerza para Su superyó, quizá no haga, sino sacar de nuevo a la luz figuras, plasmaciones yoicas más antiguas, procurarles una resurrección. Por otro lado, podemos pensar también, que posteriormente al dibujo de la “segunda tópica” de 1938, en “El Moisés”, habló de la persistencia de huellas mnémicas en la herencia arcaica (o sea, representaciones y asociaciones, “símbolos innatos”). Estas huellas mnémicas, además de todo lo que podrían ser, son las fantasías o fantasmas filogenéticos, los “fantasmas originarios”. 

De modo que, lo reprimido originario ontogenético recapitula lo reprimido originario filogenético; el Edipo, la premisa universal del pene, la castración, la represión, la fantasía del coito parental, la seducción por parte de un adulto, y también la desmentida, se encuentran dentro del patrimonio filogenético y, según se trate, con “diferentes soluciones de continuidad”. 

Jung habló de “el inconsciente colectivo” como constituido por estratos, entre los que se encontraban: los arquetipos, el inconsciente familiar y el inconsciente racial. Pensemos que los siniestros citados recientemente se encuentran sobredeterminados, porque están entrelazados cuánticamente a nivel del inconsciente colectivo, en el estrato jerárquico “global” (o de la “noosfera”); veremos más adelante, cuando hablemos de las jerarquías, que en las teselaciones holofractales de la naturaleza y el cosmos, existe una simetría de “encastre” por niveles, en donde todo ciclo entra dentro de otro ciclo. Cada ciclo, o totalidad, es una capa u holón, este último es una parte identificable de un sistema y es, a la vez, un sistema formado por partes subordinadas. Dentro de cada nivel de complejidad creciente hay heterarquía y cierta autonomía; entre niveles hay jerarquías, subordinación a ciertas reglas o pautas de los niveles superiores. 

En el macrocosmos y en el microcosmos, cada nivel o capa de información holofractal representa una totalidad en sí misma (ej. inconsciente personal), que está interconectada cuánticamente con otras capas o sistemas de entrelazamiento sincrónico (inconsciente racial, inconsciente colectivo, noosfera, espirales intergalácticas). Hay entonces, capas holofractales en las que ciertas “simetrías”, organizan “totalidades” en distintos estratos, ordenados jerárquicamente; las sucesiones de los acontecimientos obedecen, por un lado, de manera horizontal a un tiempo y a un espacio lineal (fenómeno diacrónico) y, por otra parte, verticalmente a procesos atemporales, “acausales” o relativos, sincronísticos. La sincronicidad en su simultaneidad posee una causalidad no lineal, relativa y vertical (no local). 

Hemos comprobado que no existen los fenómenos aislados y que hay información “recíproca” entre niveles; sin embargo, no hay fenómenos puramente “atemporales”, sino que el tiempo y el espacio se expanden, pero también se contraen en interacción permanente; en este mar de sincronicidades, la psiquis entra en contacto con información de otras personas (telepatía) o de otro tiempo, o de otro espacio. Por lo tanto, se producen saltos cuánticos de información atemporal, no local, de otros sistemas con los cuales estamos interconectados, mediante entrelazamientos cuánticos. El salto cuántico se produce cuando un sistema A, pasa al sistema C, sin pasar por B; lo que equivale a decir que se produce sin sucesos intermedios, al igual que el electrón al pasar de una órbita a la sucesiva, para producir el salto cuántico de menor escala.

 Se puede verificar que los números o elementos presentes en las “sincronicidades” o en los Síndromes de Aniversario, representan harmónicos o resonancias de procesos energéticos, que se ordenan en una “geometría fractal de teselaciones”, una intersección de formas geométricas y patrones de interferencia “de ondas electromagnéticas” (trazos de vectores, confluencias, quiebres y divergencias), que traspasan la barrera del espacio-tiempo; por ende, para su comprensión se requiere poder pensar en un tiempo no lineal, sino relativo.

En síntesis, decíamos que los procesos de complejidad creciente, que ordenan jerárquicamente la información, la energía y la materia en capas holofractales o del inconsciente colectivo, se pueden presentar o “manifestar” como representaciones o “teselaciones” numérico-fractales.

Si el espacio y el tiempo son relativos, “la secuencia causa-efecto está relativizada o suprimida”; todo está interconectado, entrelazado cuánticamente; nada está separado o localizado fijamente, y todo responde a una “causalidad psíquica específica” o mejor dicho a la acausalidad o, como decíamos al principio, a la no separatividad, no localidad.

Lo traumático negado, lo NO DICHO, forma una memoria de alta capacidad y persistencia (en el fondo se encuentra la necesidad de evitar el suceso). Las catástrofes no elaboradas, los traumatismos no liquidados, lo que no pudo ponerse en palabras, genera una gran resonancia mórfica; es un mecanismo de adaptación, “un grito biológico” que intenta transmitir cierta información para que los descendientes del clan eviten ciertas coordenadas o sucesos; en el fondo se trata de lograr la adaptación y los aprendizajes necesarios para sortear o tramitar el obstáculo siniestro. Decíamos que el corazón era el que generaba la señal bioeléctrica con cierta intensidad, para que esta se transmitiera más allá del cuerpo; en este sentido, las parvadas o “colectivos” de abejas, los cardúmenes de peces y las bandadas de pájaros, que vuelan con movimientos sincronizados, al “unísono”, cambiando de dirección al instante, con una precisión exacta de la posición de cada individuo y girando en formación a altas velocidades: nos dan un ejemplo de la comunicación no convencional, no verbal, de la “mente grupal” o colectiva; es un mecanismo electromagnético natural. 

Puede continuar leyendo el artículo Lo siniestro transgeneracional:

https://losiniestrotransgeneracional.blogspot.com/

El salto cuántico

Y en el libro La Utopía de Freud

https://lautopiadefreud.blogspot.com/

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